Olas grandes, olas pequeñas y tsunamis

Leí el otro día un artículo donde el autor hablaba sobre la vida como un gran lago, una vasta extensión de agua por donde nos movemos, y por donde a nuestro paso vamos generando ondas, y el simil me gustó. Decía que algunas personas crean a su paso ondas muy pequeñas, como gotas de lluvia en el agua, y otras crean grandes ondas que ocultan a todas las demás. Y que si tenemos a alguien a nuestro lado, dará igual lo grandes o pequeñas que sean las ondas, esa persona las sentirá (y por el contrario, si avanzamos solos, nadie notará nuestras olas, por grandes que éstas sean).

De igual manera, me gusta pensar que lo que hacemos o creamos (desde un punto de vista artístico) también es una ola que alcanza a otras personas que avanzan más o menos como nosostros. Y quizá lo sienten. Y a veces les afecta. Y alguna vez provoca respuestas.

Y todo ello para decir, finalmente, que suelen exisitir en nuestras vidas personas que generan enormes olas, que nos afectan (para bien o para mal) y que a veces si, y a veces no, generan respuestas.

Cuando veo venir el tsunami que siempre me asola, el que siempre me pilla en medio, no puedo sino dejarme arrastrar y tragar agua. Siempre me atrapa, y cuando consigo alejarme lo suficientemente de él, volver a la superficie y respirar con cierto alivio, vuelvo a buscar en la orilla los signos que me anuncian que, como cada cierto tiempo, el tsunami vuelve. Y allá que voy de nuevo, mar adentro.